La expresión pueblos galos designa a los pueblos protohistóricos de celtas que residían en la Galia (Gallia en latín), es decir, aproximadamente en los territorios de las actuales Francia, Bélgica, Suiza y en partes del norte de Italia, probablemente a partir de la primera Edad del Bronce (segundo milenio a. C.).
Los galos estaban divididos en muchos pueblos o tribus que se comprendían entre ellos, que pensaban que descendían todos de una misma cepa y que conocían su genealogía.
A estos vínculos de afiliación, reales o míticos, que les creaban obligaciones de solidaridad, se añadían además alianzas que suscribían algunos para ser considerados en la clientela de otros y formar federaciones como las de los arvernos y heduos.
Cada uno de estos pueblos se dividía en "civitas" identificadas por un jefe del lugar y un territorio llamado en latín «pagus», que a su vez se subdividía en «vicus», más o menos equivalente a los cantones actuales.
¿Dónde estaba la Galia en
el Imperio Romano?
La Galia era una gran región donde hoy están Francia, Bélgica, Suiza y parte del norte
de Italia.
·
Al
sur, llegaba hasta
las montañas de los Alpes
y el valle del río Po
en Italia.
·
Al
oeste, tocaba el mar Mediterráneo y los Pirineos, que son las
montañas que separan Francia y España.
·
Al
este, el gran río Rin servía como frontera
natural.
En la época del Imperio Romano, la
Galia estaba formada por muchos pueblos diferentes, llamados galos. Estos pueblos no
eran romanos, tenían su propio idioma, costumbres y aldeas.
En los cómics de Astérix y Obélix, la acción
ocurre en una pequeña aldea
gala que resiste a los romanos. Aunque los romanos habían
conquistado casi toda la Galia, en las historias esa aldea sigue siendo libre y
muy valiente.
Diario de un niño galo:
Día del jabalí número… he perdido la cuenta
Hoy me desperté con el ruido de Obélix llamando a
Astérix porque quería ir a cazar. ¡Siempre quiere cazar jabalíes! Yo intenté
seguirlos, pero corrían demasiado rápido. En el camino vi a Panorámix
preparando su caldero con la poción mágica. Le pregunté si me podía dar un
poquito, pero como siempre, dijo: “No es para niños”. ¡Qué injusto!
Después, vinieron unos romanos a espiar nuestra aldea.
Pensaban que nadie los veía, pero Dogmatix ladró fuerte y los descubrimos.
Astérix y Obélix salieron corriendo y… ¡pobres romanos! Volaron como hojas en
el viento. Yo solo miraba y me reía.
Al final del día tuvimos un gran banquete. Comimos
jabalí asado y cantamos alrededor del fuego, aunque Cacofonix quería tocar su
lira… ¡menos mal que lo ataron otra vez al árbol!
Mañana voy a intentar hacer un casco de romano para mi
colección. Ya tengo dos, aunque un poco abollados.
Firmado:
El futuro héroe galo de la aldea .

